Xàtiva, 8 de abril de 2007.
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Se cumplen hoy cuatro años de la muerte, en Bagdad, de José Couso, el cámara español asesinado en la injusta guerra de Irak. La guerra en la que, contra la voluntad de la inmensa mayoría de la ciudadanía española, nos introdujo el entonces presidente del Gobierno español, José Mª Aznar. El ‘Ánsar’, así llamado por su amigo todopoderoso, el indocto de Busch, que, junto al primer ministro de la Gran Bretaña, Blair, han pasado deshonrosamente a la Historia como el maldito Trío de las Azores. Y si la desvergüenza de estos tres es grande, la de Aznar sobresale, y con creces, por encima de cualquier consideración política y humana.
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Y es que, sin querer disminuir ni un ápice la responsabilidad de Bush y Blair en este conflicto bélico, al menos éstos han confesado abiertamente que en Irak no había armas de destrucción masiva, así como, a su manera, han reconocido también el tremendo error de esta guerra. Además los actos del terrorismo islamista, tanto en Nueva York ,11S, como en Londres, 11J, ha sido públicamente aceptados, en ambos países, como respuesta a la agresión contra Irak.
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Pero el caso Aznar es otra cosa. Este hombre, ahora melenudo, loco o no, sigue en su empecinamiento de haber obrado bien, mintiéndonos a todos los españoles y arrastrando, a la fuerza, a nuestras tropas a una guerra sin sentido a un país, donde, tras la invasión ‘occidental’, los muertos son ya incontables, donde la miseria y la hambruna se ha asentado, al parecer, sine die. También aquí tuvimos la respuesta del terrorismo islamista, materializada en 192 muertos, el 11M de 2004. Sin embargo, la respuesta de Aznar y del PP, escorado ya a la derecha más extrema, fue, desde el principio y por temor a la pérdida de las elecciones del 14 de marzo, la mentira y la manipulación de la verdad, inclinando la autoría a la banda terrorista ETA. Los españoles no pudimos aguantar más engaños y manifestamos democráticamente nuestra voluntad en las urnas, depositando nuestra confianza en el Partido Socialista y en su líder, el ahora Presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Él trajo, de inmediato, a nuestras tropas a España, tal y como había prometido, pero José Couso había ya perdido la vida el 8 de abril de 2003, casi un año antes, asesinado por un proyectil norteamericano.
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El pueblo español demandó que se exigieran responsabilidades a EEUU, pero Aznar era el íntimo del tejano, y tan corresponsable de la muerte de Couso como aquellos que lo mataron. Tras cuatro años, nos queda el recuerdo del periodista injustamente asesinado y el deseo de que las responsabilidades se cumplan. Y por y para ello trabajaremos; es una causa justa que no podemos ni debemos abandonar.
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Y después de tanto sufrimiento, el de la guerra y el de sus consecuencias, las muertes del 11M y el dolor de sus víctimas, estos del PP, a pesar de la innumerables pruebas que el juicio correspondiente ha aclarado ya acerca de la autoría de la matanza de Atocha, siguen enredando, bien desde el mundo mundial, donde Jose Mari se dedica a vilipendiar al legítimo Gobierno de Zapatero, bien desde casa, con la impagable ayuda mediática de la emisora de los obispos, o la sin par colaboración de Pedro Jota. Y, por fin, Rajoy se ha manifestado como es y como nos resistíamos a aceptar, como una persona de estrechísimo perfil democrático, que ha conseguido ponerse a la altura de Acebes y Zaplana, ordenando el boicot a los medios de comunicación plurales, El País, la Cadena Ser, TV Cuatro…Y si alguien de su partido, el PP, se resiste a esta presión, su cabeza queda políticamente cercenada, ya tenemos varias pruebas de ello. Si esto ocurre en el PP hallándose en la oposición, qué sucedería si volvieran al poder, como bien dijo Zapatero.
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Las elecciones municipales y autonómicas están a la vuelta de la esquina, el último domingo de mayo, el 27 concretamente. La ciudadanía española debe dar, una vez más, su muestra de mayoría de edad democrática, y todos tenemos que hacer uso de ese derecho que a algunos tanto nos costó de obtener, el poder depositar en las urnas nuestra voluntad sobre quién debe gobernarnos los próximos cuatro años. Por ello es necesario hacer, de vez en cuando, un ejercicio de memoria acerca de los hechos políticos recientes.
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Y una vez más, desde aquí, nuestro recuerdo respetuoso a la víctima inocente de una cruel e injusta guerra, José Couso. Ojalá su memoria nos ayude a ser ciudadanos de primera, que sepamos elegir a aquellos que nos garanticen el absoluto ejercicio de la democracia, sin mentiras ni manipulaciones, y, a la vez, que tengamos la valentía de demandarles el incumplimiento de lo prometido, si eso ocurriere.