El miércoles, 21, se estrenó en el Congreso de los Diputados el nuevo Ministro de Justicia, Fernández Bermejo. El recibimiento que los del PP le depararon fue el propio de este grupo y al que, a nuestro pesar, nos tienen ya acostumbrados: una increible retahíla de insultos y descalificaciones que, aparte de conllevar sólo crispación a la vida pública, podrían haber hecho perder los nervios a cualquiera.
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Pero el Ministro de Justicia es un hombre de gran temple, experimentado en contiendas dialécticas y buen conocedor de las artimañas que estos del PP se gastan. No sólo encajó con excelente sentido del humor e ironía los golpes bajos que, desde la bancada del PP, le propinaron, sino que supo devolverlos magistralmente, poniendo el dedo en la llaga más dolorosa, la de la especulación urbanística en que los del PP son auténticos maestros, sintetizándola en una sola palabra, "ladrillos", en contestación a los ladridos que Zaplana le había lanzado. Y, aunque no es mi deseo colaborar en este clima grosero en que el PP se ha instalado, desprestigiando deshonrosamente las Instituciones públicas, lo cierto es que la presencia y las palabras de Fernández Bermejo fueron una bocanada de aire fresco y extremadamente claro que muchos españoles necesitábamos en lo más íntimo, y así dercargar la adrenalina, tanto tiempo acumulada, en ese acto de comunión con el nuevo ministro, aunque fuera a través de la pantalla televisiva.
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De esta forma, y tras la catarsis, ya es posible recuperar las buenas maneras y mantener los ánimos preparados para afrontar serenamente, pero jamás con mansedumbre y servilismo, los nuevos embites que, día a día, vaya lanzándonos el PP con ayuda de la llamada AVT, capitaneada por un tal Alcaraz, y nuevamente arropada por los señores de las sotanas. Para esto ya queda poco; nuevamente este sábado, 24, los exabruptos llenaran las calles del Madrid castizo.
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*Publicat a Foros Levante-emv.
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