El Tribunal Supremo ha condenado por prevaricación al alcalde de Vila-real, Manuel Vilanova. La plana mayor del PP ha acudido a arropar a este alcalde, condenado en sentencia firme, olvidándose de aquel "Código ético" que Mariano Rajoy gusta tanto en citar y tan poco en practicar. A propósito de esta sentencia, el ponente de la misma, el magistrado de la sala segunda del Tribunal Supremo, José Antonio Martín Pallín, decía el viernes "ha llegado el momento de que un alcalde vaya a la cárcel por cometer abusos urbanísticos y medioambientales"(sic). Y hete aquí que el Presidente provincial del PP y alcalde de Xàtiva, Alfonso Rus, quiza se ha sentido aludido, porque en rueda de prensa de ayer, junto al Conseller Font de Mora y otros dirigentes de su actual partido, el PP,ha cargado su ira contra este magistrado, y en tono amenazante le ha advertido que "tenga cuidado con lo que dice, ojito"(sic), añadiendo, además, "todavía no ha dicho ningún alcalde que ya era hora que un juez vaya a la cárcel"(sic). Las gracias chulescas de Rus se extendieron a negar la independencia de Martín Pallín en sus labores jurisdiccionales, al decir "no sé si es del PSOE o es primo hermano, pero hizo unas declaraciones que parece mentira para un demócrata"(sic).
Las palabras de Rus son desafortunadas en su totalidad, impropias de una persona que ostenta un cargo público. Pero especialmente lo son en su última intervención, porque, aunque sabemos que para Rus y los mandatarios del PP todo vale, la manifestación pública en donde niega la independencia del magistrado en el ejercicio de su deber judicial, supone que a) o bien para Rus no existen los tres poderes en que el Estado de Derecho se asienta, el LEGISLATIVO (correspondiente al Parlamento), el EJECUTIVO (cuya responsabilidad la tiene el Gobierno) y el JUDICIAL (que recae exclusivamente en el Poder Jurisdiccional), y que Montesquieu explicitó en su "Espíritu de las leyes", como garante contra el despotismo, o b) que Rus se siente más a gusto con el absolutismo que Luis XVI recuperó para sí, "L'état c'est à moi". De hecho, Rus se considera un reyezuelo, y es frase favorita suya aquello de "rodilla en tierra" cuando alguien no hace lo que estrictamente él ordena. Por ello mismo extraña de Rus sus palabras de queja ante las manifestaciones de Martín Pallín "unas declaraciones que parece mentira para un demócrata", pues desconozco si Rus es sabedor del significado de DEMOCRACIA: "Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado"(DRAE), ya que su obrar está muy lejano de los intereses de los ciudadanos. Y está claro que un mandatario, si sus hechos no son los convenientes para el pueblo, aunque haya sido votado por éste, pierde la condición de demócrata y adquiere la opuesta. Hitler también fue votado por su pueblo...
Las palabras de Rus son desafortunadas en su totalidad, impropias de una persona que ostenta un cargo público. Pero especialmente lo son en su última intervención, porque, aunque sabemos que para Rus y los mandatarios del PP todo vale, la manifestación pública en donde niega la independencia del magistrado en el ejercicio de su deber judicial, supone que a) o bien para Rus no existen los tres poderes en que el Estado de Derecho se asienta, el LEGISLATIVO (correspondiente al Parlamento), el EJECUTIVO (cuya responsabilidad la tiene el Gobierno) y el JUDICIAL (que recae exclusivamente en el Poder Jurisdiccional), y que Montesquieu explicitó en su "Espíritu de las leyes", como garante contra el despotismo, o b) que Rus se siente más a gusto con el absolutismo que Luis XVI recuperó para sí, "L'état c'est à moi". De hecho, Rus se considera un reyezuelo, y es frase favorita suya aquello de "rodilla en tierra" cuando alguien no hace lo que estrictamente él ordena. Por ello mismo extraña de Rus sus palabras de queja ante las manifestaciones de Martín Pallín "unas declaraciones que parece mentira para un demócrata", pues desconozco si Rus es sabedor del significado de DEMOCRACIA: "Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado"(DRAE), ya que su obrar está muy lejano de los intereses de los ciudadanos. Y está claro que un mandatario, si sus hechos no son los convenientes para el pueblo, aunque haya sido votado por éste, pierde la condición de demócrata y adquiere la opuesta. Hitler también fue votado por su pueblo...